Los aledaños del Olímpico

El Olímpico de Retamar. Calle Pajares 22, Pozuelo de Alarcón.

No es un campo cualquiera. Los rivales temen las visitas. Las temen más que por la afición, escasa, por las dimensiones. Es un campo pequeño, de esos que los futbolistas llamamos «caja de cerillas». Aparentemente, ideal para el juego del equipo. Como decía anteriormente, los rivales lo temen porque los 16 o 17 convocados por el míster, son capaces de deshacer el juego del rival y sorprender con su calidad.

Los «pijos» de Retamar, insulto más escuchado por los jugadores durante los partidos, van llegando a cuentagotas, en sus coches. El Olímpico les espera.

El equipo rival, suele llegar en autobús con sus aficionados y padres forofos, que en muchos casos se piensan que son miembros de un grupo ultra. Son clubes de fútbol. Véase Galapagar, San Sebastián de los Reyes, Santa Ana…

Este aspecto no intimida a los jugadores del equipo local, que esperan agazapados la llegada del míster y la posterior charla, en el vestuario 6.

El partido es disputado.

Al finalizar el encuentro, se pueden vivir diversas situaciones. Fuertes discusiones entre los «pijos» y las «superestrellas» de otros clubes. Otros días, se ve buena relación entre aficionados y jugadores. 

El Olímpico nos permite vivir diversas situaciones, que no se viven en otros estadios del grupo 1 de la categoría juvenil preferente.

El Olímpico es temido por muchos y templo para muchos otros.

Ésta entrada está escrita principalmente debido a las maravillosas entradas de Guillermo García, que me han inspirado. Véase la Chistera del Wonka®.

Rodrigo S.

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